Reflexión Padre Jesús Hermosilla - VIERNES SANTO
VIERNES SANTO
Mirarán al que traspasaron. La mirada contemplativa del corazón, e incluso la mirada de los ojos, se concentra hoy en el crucificado. En el árbol de la cruz. Un árbol del que ha venido y viene la alegría al mundo entero, un árbol que nos devuelve lo que otro árbol nos quitó. Ningún árbol fue tan rico ni en sus frutos ni en su flor.
¿Para qué mirar al que traspasaron? ¿Para qué dirigir la mirada al madero de la cruz? Para aclamar en él a nuestro Rey, a mi rey y Señor. El es Rey coronado de espinas. Su reino no es de este mundo. Su reino es el reino de la verdad. Y mi rey es testigo de la verdad. Y mirando la cruz comprendemos dónde está la verdad, por dónde viene la verdad que libera, la verdad que salva. ¡Aquí tienen a su Rey! ¡Te amo, Rey, y levanto mi voz para adorar y gozarme en Ti!
De mi Rey crucificado brota agua y sangre. El agua que me purifica del pecado y me da vida eterna. La sangre que me lava y salva. De mi Rey crucificado exhala espíritu Santo. De mi Rey crucificado brotan ríos de agua viva para saciar la sed de amor y vida de toda la humanidad. El bebió el cáliz que le dio su Padre para saciar su sed; ahora los sedientos de verdad miran al que fue triturado por sus pecados y quedan saciados.
Miramos y adoramos al crucificado porque es el Hijo de Dios. A pesar de ser hijo, aprendió sufriendo a obedecer y, llegado a la perfección, se convirtió en causa de salvación eterna para todos los que le obedecen. Se humilló por nosotros y, por obediencia, aceptó incluso la muerte y una muerte de cruz. La cruz nos habla del que fue despreciado y rechazado, del que cargó con nuestros crímenes y pecados. Por sus llagas somos curados. Sus sufrimientos nos han justificado. La cruz es fuente de salud.
Acerquémonos, por tanto, con plena confianza, al trono de la gracia. Viernes Santo, día de gracia y salvación. Día para acercarnos al trono de nuestro rey con plena confianza y recibir misericordia, hallar gracia y obtener ayuda. Viernes santo, día de gracia sobreabundante. Día también de revelación: para conocer por dónde viene la salud, por dónde se alcanza la gloria; para conocer al Dios-amor: al Padre que nos da a su Hijo, al Hijo que entrega su vida y su Espíritu, al Espíritu que le dio fortaleza al Hijo para morir en el madero.
Viernes santo, día de receptividad. Día para aceptar de nuevo, más conscientemente, más agradecidamente, el regalo de la Madre: ¡Ahí tienes a tu madre! ¡Ahí está, date cuenta de lo que quiero que signifique en tu vida!
Pascua, tiempo de la donación extrema. Señor, que yo contemple, que vea, que reciba, que agradezca… y que dé testimonio convincente, verdadero, y así otros crean.
Padre Jesús Hermosilla
Publicar un comentario