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IV Domingo de Pascua - Homilía Padre Jesús Hermosilla



Inicia en Nuestra Diócesis la semana de Oración por la Vocaciones ( 15 al 22 de mayo) en especial por el aumento y perseverancia de las vocaciones sacerdotales y religiosas…

Domingo del Buen Pastor - Ciclo A
Suele llamarse a este domingo “domingo del Buen Pastor” pues, todos los años, las lecturas de la Palabra de Dios nos presentan este aspecto o dimensión de la personalidad y misión de Jesús. Por eso se celebra también hoy la Jornada de oración por las vocaciones consagradas. Jesús resucitado sigue guiando, pastoreando, a su Pueblo y uno de los modos de esta presencia pastoral es a través de los pastores de su Iglesia.
No nos gusta tener guías
El orgullo, la autosuficiencia y, sobre todo, la búsqueda de satisfacción sensible (sensual y afectiva)  nos hacen tender a orientar y realizar la propia vida según nuestras propias ideas, gustos, sentimientos, tendencias temperamentales o pasionales. Esto ha sido así durante toda la historia de la humanidad. Sin embargo, actualmente se defiende este modo de actuar como el mejor, el que debe ser. Se considera infantil o inmaduro precisamente a quien no se fía de sí mismo, busca consejo y obedece. “Lo importante –se dice- es que decidas tú como quieras, como piensas, como a ti te va, y que hagas lo que tú has decidido y te gusta”. La exaltación de la libertad individual y el desprestigio y desprecio de toda autoridad (la llamada “muerte del padre”) es una de las señas de identidad de nuestra cultura. Pero el ser humano tiene razón, inteligencia, que, en nuestro caso, debería además estar iluminada por la fe, es decir, por el evangelio y las enseñanzas de la iglesia; nuestra vida cristiana tiene en ellas sus mejores guías.
El modo individualista de actuar se revela a todas luces inadecuado. La gente que vive así ha de aprender a base de golpes, que a veces marcan de manera irreversible todo su futuro. Muchos ni siquiera aprenden de los errores y siguen cometiendo otros para, presuntamente, reparar los anteriores. Lo vemos en realidades tan importantes como el noviazgo, la formación de un hogar, la educación de los hijos, el trabajo, los estudios, los amigos, la diversión, las ideas políticas… Desgraciadamente, la justificación de las propias decisiones equivocadas lleva a la obcecación de la mente. Y la pretendida libertad es, en realidad, sumisión a las ideologías de moda.
Ustedes eran como ovejas descarriadas, pero ahora han vuelto al pastor y guardián de sus vidas
Generalmente sólo una conversión religiosa es capaz de quitar la venda de los ojos y sólo entonces uno se da cuenta de la historia de despropósitos y locuras en que ha consistido su propia vida. Gracias que Dios es inmensamente bueno y sabe sacar el bien de todos nuestros desatinos. Cuanto antes nos pongamos totalmente bajo su dirección, guía y pastoreo, mejor nos irá en la vida, más felices nos sentiremos, más maduros seremos, aunque hayamos de tomar decisiones enfrentadas con nuestra instintividad y deseo de placer o bienestar sentimental inmediato.
Dice el Papa Benedicto, en el Mensaje para la Jornada de Oración por las vocaciones de este año, que, cuando Jesús llama a los apóstoles a seguirle, “los invita a salir de la propia voluntad cerrada en sí misma, de su idea de autorrealización, para sumergirse en otra voluntad, la de Dios, y dejarse guiar por ella” porque –afirma el Papa más adelante- “adentrarse en la voluntad de Dios no aniquila y no destruye a la persona, sino que permite descubrir y seguir la verdad más profunda sobre sí mismos”. Es decir, dejarse aconsejar y guiar es necesario para decidir bien sobre uno mismo. Nuestro mejor consejero y guía, por supuesto, es Jesús.
Yo soy la puerta de las ovejas, quien entre por mí se salvará
El evangelio de este año más que la imagen del pastor desarrolla la de la puerta. Jesús dice que él es la puerta de las ovejas y que quien entre por él se salvará, encontrará pastos, podrá entrar y salir. El ha venido para que tengamos vida y vida abundante. También esta imagen de la puerta es sugerente: es el lugar para entrar y salir; entrar: encontrar soluciones, salir: solucionar problemas. A veces se usa esta imagen como posibilidad de conseguir algo (se me abrieron las puertas de tal o cual trabajo) o salir de situaciones difíciles. Jesús es la puerta de acceso a Dios, a la salvación, al sentido pleno de la vida, al perdón de los pecados, a la vida eterna. La tentación es buscar otras puertas o querer entrar por la ventana o saltando la cerca, es decir, desear la salvación de Jesús, pero no como y por donde Jesús quiere. Entrar por Jesús es lo mismo que seguirle, buscar la comunión con él, escuchar su Palabra, oír su voz en las circunstancias de la propia vida y hacerle caso, encontrarse con él en la celebración de los sacramentos.
El que entra por la puerta, ese es el pastor de las ovejas
Uno de los modos o mediaciones como ahora Jesús resucitado es pastor y puerta son los pastores de la Iglesia. A los apóstoles les había dicho “el que a ustedes escucha a mí me escucha”. Es indudable que Jesús sigue guiando y alimentando a su Iglesia a través del Papa, los obispos y los presbíteros. En ellos podemos reconocerle presente. De nuestra actitud positiva hacia ellos y sus enseñanzas depende mucho nuestro crecimiento espiritual.
Ahora bien, de las palabras de Jesús que escuchamos hoy podemos deducir que también los pastores han de entrar por Él que es la puerta y, si no lo hacen, será difícil que los demás los sigan a ellos. “A un extraño no lo seguirán sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños”. Tiene el pueblo de Dios un sentido espiritual, una especie de intuición de fe, que le indica a quién debe seguir y a quién no, quién es verdadero pastor y quién es mercenario o pastor mediocre. Esto, respecto a los sacerdotes, es clarísimo. La gente puede respetarlo y aceptarlo como párroco o responsable de una comunidad cristiana, pero cuando se trata de poner la propia vida bajo la dirección de un pastor se lo piensa.
Hace ya casi cincuenta años, el concilio Vaticano II nos decía a los sacerdotes que “La santidad misma de los presbíteros contribuye en gran manera al ejercicio fructuoso del propio ministerio; pues, si es cierto que la gracia de Dios puede llevar a cabo la obra de salvación aun por medio de ministros indignos, sin embargo, Dios prefiere mostrar normalmente sus maravillas por obra de quienes, más dóciles al impulso e inspiración del Espíritu Santo, por su íntima unión con Cristo y la santidad de su vida, pueden decir con el Apóstol: "Pero ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mi" (Gál 2, 20)” (Presbiterorum ordinis 12).
También sirven las palabras de Jesús –y en cierto modo las del concilio- para los padres y madres de familia, educadores, catequistas y todos aquellos que tienen alguna misión de pastoreo o guía, tanto en la Iglesia como en la sociedad civil. Sólo entrando por Jesús, que es la puerta, por su ejemplo, por sus criterios, podemos esperar que los demás, sean niños o adultos, nos hagan caso. Cuando en nuestra palabra y, sobre todo, en nuestro ejemplo se reconoce la voz del Señor, se nos escucha con agrado y se nos sigue. Tengamos en cuenta que Jesús se refiere a “sus” ovejas, es decir, las que ya pertenecen a su rebaño; si muchas de estas andan también desorientadas, ¿no será porque no reconocen la voz del Buen Pastor en quienes están puestos para pastorearlas –en su vida-? Quien tiene mucha fe sabe ver la presencia de Jesús en cualquier pastor y recuerda aquellas palabras suyas: “hagan lo que les dicen y no hagan lo que ellos hacen”, pero la mayoría de los cristianos, que no andan demasiado sobrados de fe y santidad, no.
Una objeción: hay gente –a veces mucha- que sigue a “pastores” mediocres o incluso poco fieles, ¿por qué, si Jesús dice que a un extraño no lo seguirán sino que huirán de él? La respuesta podemos encontrarla en san Pablo –y así leemos la Escritura como hay que leerla: en su conjunto, interpretando un texto con otro- cuando dice que llegará un tiempo en que los hombres ya no querrán hacer caso de la sana doctrina y se buscarán “maestros” que les halaguen los oídos. No son plenamente ovejas de Jesús, sino a medias, no son adultos en la fe sino niños maleables.

Padre Jesús Hermosilla

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