Homilía Padre Jesús Hermosilla - I Domingo de Adviento...
DOMINGO I DE ADVIENTO
CICLO A
Nuevo
Año litúrgico
Iniciamos este domingo un
nuevo año litúrgico. Hoy es “primero de año” “año nuevo”, a nivel
litúrgico-celebrativo. Una nueva oportunidad que Dios nos da de aprovechar el
tiempo. Desde que Jesucristo murió y resucitó, el tiempo tiene una nueva dimensión: es tiempo de salvación,
oportunidad de encuentro con Dios. Cualquier momento puede ser ocasión
oportuna para recibir gracia, apropiarse del don gratuito de Dios que salva.
Pero esto no sucede de manera mágica. Sólo
desde la fe se capta esta dimensión salvífica del tiempo y se entra en ella.
Especialmente las celebraciones litúrgicas nos introducen en esta presencia
salvadora del Señor en nuestro tiempo. Pero no sólo ellas, en cualquier
circunstancia, en ese minuto inesperado que nos desestabiliza emocionalmente,
podemos ver al Señor que viene, ese momento es tiempo de gracia (kairos).
A
lo largo del año litúrgico vamos haciendo memoria
de los acontecimientos más importantes de la historia de nuestra salvación:
la resurrección de nuestro Señor Jesucristo, en la Vigilia pascual y a lo largo
de los cincuenta días del tiempo pascual. Su pasión y muerte, en la Semana
Santa. A este tiempo nos preparamos saliendo con Jesús al desierto los cuarenta
días de la Cuaresma. Recordamos también su encarnación, nacimiento y primeras
manifestaciones, en el tiempo de Navidad y Epifanía, tiempo al que nos
preparamos durante el Adviento. El resto del año vamos recorriendo los
misterios de su vida pública, en el llamado Tiempo ordinario. Además, a lo
largo de todo el año, tenemos presente los misterios de la vida de María y
hacemos memoria de tantos testigos de Cristo, los santos, que nos estimulan con
su ejemplo y nos ayudan con su intercesión.
Adviento
Y empezamos el Año litúrgico
con el llamado Tiempo de Adviento. En la actual configuración del año
cristiano, el adviento comienza el último domingo de noviembre (o primero de
diciembre, según venga el calendario) y termina el 24 de diciembre por la
mañana. Dura entre tres y cuatro semanas. El
adviento tiene dos partes, que corresponden a la doble finalidad de este tiempo:
la primera nos invita a mirar y esperar la venida gloriosa del Señor al final
de los tiempos, la segunda nos prepara para la celebración de su venida en
carne durante la Navidad y Epifanía. Si no prestamos un poco de atención,
corremos el riesgo de no enterarnos de la primera parte; estamos
psicológicamente –dado el ambiente comercial y social- tan lanzados a la
navidad que nos puede parecer incluso molesto e ilógico pensar en la parusía,
la venida gloriosa del Señor, desearla y prepararnos a ella.
Ciertamente,
el adviento cristiano se ve en peligro
de extinción. Ya desde los primeros días de noviembre, incluso antes, sin
haber terminado todavía el tiempo ordinario, el ambiente social y comercial nos
dice que “ya es navidad”. Desgraciadamente muchos
católicos, incluso grupos parroquiales, movimientos, parroquias, se han dejado
influenciar de tal modo por esta mentalidad que no queda lugar para el
adviento. Se dice: “es que en Venezuela es así”; pues trabajemos para que no
sea así. La única diferencia con el resto de la Iglesia sería la novena de
navidad o misas de aguinaldos, que es todavía una preparación, aunque con un
matiz ya festivo, de la navidad. Lo que
no es lógico –ni evangélico- es toda esa “parafernalia” de compartires, cenas,
encuentros, festivales, regalos… navideños,
durante el tiempo de adviento, ya desde los primeros días de diciembre. Yo
lo comparo a las relaciones prematrimoniales. Si es adviento, si hasta el 24 no
empieza la navidad… ¿a qué viene un compartir navideño el dos o el cuatro de diciembre? Y si fuera uno solo… pero
es uno y otro y otro… Además dichos “compartires” se reducen a consumir
(comprar, comer y beber…) justo en un
tiempo litúrgico que, sin tener un carácter penitencial tan fuerte como la
cuaresma, invita a la conversión, a la oración, al ayuno y la vigilancia. Veamos
cómo vivir el adviento, como Dios manda, a la luz de la Palabra de Dios de este
primer domingo.
Señor,
despierta en nosotros el deseo
Así
comienza la oración colecta de este domingo. ¿El deseo de qué? El deseo –sigue la oración- de prepararnos a la venida
de Cristo. ¿A qué venida? A su venida gloriosa. Ya ven, a eso nos invita la
Iglesia, a pedirle al Señor que nos despierte el deseo de prepararnos a su
venida. “Porque a la hora que menos lo piensen, vendrá el Hijo del hombre”. Toda
la liturgia de hoy nos pone de frente a la venida gloriosa del Señor y las
actitudes que hemos de tener en consecuencia.
El
profeta Isaías contempla en una visión a todos los pueblos de la tierra
caminando hacia Jerusalén para ser instruidos en sus caminos. Serán tiempos
nuevos en los cuales las armas se transformarán en instrumentos de progreso y
ya nadie se adiestrará para la guerra. Se
oye la invitación: “en marcha, caminemos a la luz del Señor”. Todos los
hombres, todos los pueblos están llamados a ponerse en ese camino, a dirigirse
hacia esa meta, hacia esa ciudad, hacia ese monte del Señor (Iglesia), hacia ese mundo nuevo de paz que el Señor establecerá de manera definitiva el día
de su venida. Pero primero hay que despertar y oír la voz del mensajero
divino. Nuestro mundo está bastante dormido. Y nosotros, en algunos aspectos,
también.
Ya
es hora de despertar del sueño
San
Pablo nos invita a despertar y tomar conciencia de la realidad: “tomen en cuenta
el momento en que vivimos… la noche está avanzada y se acerca el día”. Es
decir, el Día del Señor está cercano, hay que darse cuenta y obrar en
consecuencia. Hay mucha gente “dormida”
o “drogada” o “alelada”. La vida cotidiana actual y sus circunstancias,
dominada por el consumismo y la superficialidad, es una especie de cortina de
humo o espejismo que impide ver la verdadera realidad (la Realidad). Se vive sin preguntarse por el sentido o
sinsentido de lo que se hace, sin darse cuenta del reclamo más profundo del
corazón, perdidos en goces inmediatos y afectos inmaduros. “Ya es hora de que se despierten del sueño,
porque ahora nuestra salvación está más cerca”. Hay que despertarse y estar
vigilantes; también Jesús nos lo dice: “velen, pues, y estén preparados, porque
no saben qué día va a venir su Señor”. El
adviento es un despertador, una alarma, para ver dónde estamos parados,
hacia dónde vamos y para mirar la Realidad (al Señor).
¿En
qué consiste estar despiertos, vigilar, estar preparados? Para san Pablo se
trata de desechar “las obras de las tinieblas” y revestirnos “con las armas de
la luz”. A continuación lo dice más claro: “comportémonos honestamente, como en
pleno día. Nada de comilonas ni borracheras,
nada de lujurias ni desenfrenos, nada de pleitos ni envidas. Vístanse del Señor
Jesucristo y que el cuidado de su cuerpo no fomente los malos deseos”. Hoy
el apóstol no habría dicho eso de “como en pleno día”; en su tiempo todo lo
malo se hacía por la noche, en la oscuridad, hoy se hace en pleno día, incluso
con descaro, con desvergüenza. “Vaya con
Pablo, resulta que nos sale aguafiestas… Ya teníamos preparado el pernil, el
pavo, el champán, los langostinos, el ron, el cabrito, la limonada… el
lugar de la fiesta y hasta algún preservativo (por si acaso)… y el modelito con abundante escote… y
resulta que “nada de comilonas ni borracheras, nada de lujurias ni desenfrenos…
y que el cuidado del cuerpo no fomente los malos deseos”. Nos planchó la
navidad”
Despertar,
estar preparados, vigilar, desechar las obras de las tinieblas, revestirse del
Señor, dejarse instruir por él, mirarle, caminar a su luz… eso es lo que hay
que hacer en adviento. Y todo porque el Señor viene, se acerca el Día. Pregúntate, pues, qué significan, que
implican, en tu vida concreta, todos estos verbos. Desde luego, todos nos
invitan a orar, concentrarnos en la lectura y meditación de la Palabra,
examinar a su luz la propia vida y plantearla de otro modo (conversión), estar
más pendientes del Señor que llega. No
desaproveches esta oportunidad. ¡Buen adviento!
Padre Jesús Hermosilla
reflexionando el año pasado no vive en plenitud el tiempo de adviento. padre muy acertadas sus orientaciones para vivir en plenitud este tiempo de adviento. a veces a uno le molesta pero la verdad se dice. Pocos somos los que vivimos en plenitud el adviento. Nuevamente gracias padre. Saludos…
ResponderEliminar