Cine Vocacional: Los chicos del coro
La belleza de la música transmitida por Mathieu a los chicos de un internado de disciplina severa hará posible la creación de un coro. Aprendiendo a cantar aprenderán a vivir desde la confianza en sí mismo. Y Mathieu dejará de ser un vigilante para convertirse en padre.
“Los chicos del coro” toca temas vocacionales como los sueños, los dones, la pasión, el grupo, acompañamiento, crecimiento, conversión, belleza al hacer la cosas, misión…
¿Por qué “Los chicos del coro” es una película vocacional?
El drama que nos propone Christophe Barratier tiene algunos elementos vocacionales que nos pueden ayudar a un debate interesante tanto si nos fijamos en la evolución del protagonista como en su influencia entre los chicos del internado.
La película está narrada como un flashback de dos antiguos alumnos (Pierrre y Pépinot) que se encuentran después de muchos años. El motivo es la muerte de un vigilante-profesor que tuvieron en su internado cuando eran pequeños. Así, recurriendo al recurso de un diario personal nos acercamos a una historia apasionante con cierta melancolía, pero con mucho gusto.
Es la historia de Clément Mathieu, un profesor de música en paro que encuentra trabajo como vigilante en un internado para chicos difíciles. Nada más llegar Mathieu será testigo de la peculiar pedagogía que se tiene en el centro basada en el principio de “acción-reacción”, es decir, cuando uno hace algo fuera de lo permitido, se le castiga inmediatamente.
A lo largo de la película se produce un enfrentamiento de estilos educativos o maneras de ver la realidad. Ranchin, el director, intenta controlarlo todo desde el miedo y el castigo. Pero este no es el estilo de Mathieu, que desde el principio no está de acuerdo con la delación y luego encubrirá a los mismos internos frente a algunas amenazas. El director le acusará a Mathieu de unos modales que no le gustan.
Un ejemplo muy claro de su manera de hacer es cuando Mathieu le da a Lequerrec la tarea de cuidar al señor Maxence como castigo a su fechoría. Otro ejemplo es la recuperación que hace de Pierre Morhange, un niño reservado dispuesto a ser problemático porque no termina de aceptar a su madre. La fe que pone en él Mathieu hará que descubra en sí el don de cantar y el gusto por la belleza que harán de él, al cabo de los años, un gran director de orquesta. Sin embargo el ejemplo contrario es el de un chico con cierto historial conflictivo a quien Ranchin le acusó injustamente de robo. Terminará quemando el internado como venganza.
Fruto de su disconformidad y su compasión por esos niños Mathieu ideará la creación de un coro. El coro aparece pues en la historia de los chicos como elemento de redención porque les da confianza en sí mismos, es cauce de estímulo y superación a través de un proyecto comunitario, les ofrece una disciplina como orden necesario, les ayuda a crecer como personas, etc… No conviene olvidar que desde un punto de vista vocacional, la idea del coro o de una orquesta ha sido utilizada muchas veces para hablar de las distintas vocaciones en la Iglesia. Cada uno canta o toca un instrumento según sus cualidades, pero todos juntos hacen el coro o la orquesta. Todos son necesarios, todos se utilizan.
En el fondo, la gran diferencia entre Mathieu y el director es la idea de hombre (la antropología) que sustenta su quehacer. Mathieu se interesa por el mundo interior de los chicos, cree en la posibilidad de cambio, descubre los dones personales ocultos, ofrece la belleza de la música como un estímulo, etc… Para Mathieu la educación no es sólo instrucción sino una iniciación a la vida, acompañando y guiando. En este sentido se convierte en modelo para los que acompañan a los jóvenes en el camino de la vocación. No conviene tampoco pasar por alto la importancia de la belleza, y por ello la necesidad de educar para descubrirla, como camino para llegar a Dios.
Sin embargo, en la persona de Mathieu se produce también una evolución. Él tiene el don de la música. No sabemos el porqué, pero un día se dijo de olvidarse de la música; hasta que descubrió que los chicos “no cantan bien, pero cantan”. Conclusión: “Realmente no se decir que no se puede hacer nada con ellos. Yo que pensé olvidarme de la música para siempre. Jamás digas jamás. Siempre hay cosas que intentar”. Mathieu había dormido, incluso olvidado, su vocación. Pero el contacto con esos chicos hace que vuelva a resurgir lo que tiene dentro. Y esto le da una identidad que le faltaba: sí, termina reconociendo, “soy músico y compongo para ellos”. Y si bien es cierto que al final el director lo echará insultándolo como “músico fracasado” y que no es más que un vigilante en paro, no será cierto del todo. Quizá fracasa como músico guardándose la música para sí, pero nunca como persona. El tiempo que estuvo allí ayudó a los chicos a crecer y terminó siendo padre de Pépinot. En este sentido merece tener en cuenta esta reflexión que Peio Sánchez nos ofrece en su guía didáctica: “Parece que en ella se cuenta la historia de un fracaso, la historia de un hombre olvidado. Sin embargo, nosotros como espectadores somos testigos de una memoria que han recuperado Pepinot y Pierre como adultos. Sus vidas han sido así gracias a la vida de Mathieu. Su vida no se perdió sino que fue eficaz en ellos. Pero además la película termina con una pregunta: ¿Sólo para ellos? ¿Quizás no ha sido también eficaz para nosotros?”
4.Materiales para trabajar la película
4.1.Ver y analizar
¿Qué diferencias encuentras entre el director Rachin y Mathieu en cuanto a su relación con los chicos?
¿Qué aporta el coro al os chicos del internado?
¿Quién es Mathieu? ¿Cómo evoluciona a lo largo de la película?
¿Cómo descubre Mathieu los dones de los chicos?
¿Qué hace Mathieu para que los chicos pasen de verle como un objeto más de sus burlas, a verle como una figura paterna?
¿Qué papel juega en la película el descubrimiento de la belleza?
4.2.Nos interpela
¿Qué es lo que más te ha impresionado de la película? ¿Por qué?
¿Qué te sugiere la idea de la sociedad como un coro? ¿Cuál es tu “voz”, tu lugar, tu vocación?
¿Cuáles son los dones que Dios te ha dado? ¿Los has descubierto? ¿Los pones al servicio de los demás?
¿Qué experiencia tienes tú de acercarte a Dios a través de algo bello?
¿Quién a lo largo de tu vida ha tenido en ti una influencia positiva como Mathieu? Cuenta alguna anécdota.
¿Qué te sugiere la figura de Mathieu?
¿Qué otro título le pondrías a la película?
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A modo de conclusión ofrecemos estas valoraciones de Los chicos del coro:
El director francés no engaña a nadie y realiza una película honesta, con la intención de ayudar al espectador a mejorar su vida como persona, aunque como “músico” uno pueda haber sido un fracasado. Y si no, que se lo pregunten a Mathieu, a Pépinot, a Morhange… (Julio Rodríguez Chico).
¿Cómo puede contribuir un individuo a mejorar el mundo? Se pregunta Christophe Barratier. Sé que el cine no puede cambiar las cosas, pero puede despertar las ganas de intentarlo”. Quizá su primera afirmación sea discutible; pero la validez de la segunda la confirma el propio cineasta con su sorprendente opera prima (de JJM)
Barratier entrega un film que reconforta, acerca de la capacidad del ser humano para sobreponerse a las circunstancias más difíciles, siempre que se cuente con una mano amiga capaz de guiarte, en este caso la del entregado profesor Matthieu (Carlos Araya)
Dirección: Christophe Barratier.
Países: Francia y Suiza.
Países: Francia y Suiza.
Año: 2004.
Duración: 95 min.
Género: Drama.
Interpretación: Gérard Jugnot (Clément Mathieu), François Berléand (Rachin), Kad Merad (Chabert), Jean-Paul Bonnaire (Padre Maxence), Marie Bunel (Violette Morhange), Paul Chariéras (Regente), Carole Weiss (Condesa), Philippe Du Janerand (Señor Langlois), Erick Desmarestz (Doctor Dervaux), Jean-Baptiste Maunier (Pierre).
Guión: Christophe Barratier y Philippe Lopes-Curval; basado en la película “La cage aux rossignols” (1945) de Jean Dréville.
Producción: Jacques Perrin, Arthur Cohn y Nicolas Mauvernay.
Música: Bruno Coulais.
Fotografía: Carlo Varini y Dominique Gentil.
Fotografía: Carlo Varini y Dominique Gentil.
Montaje: Yves Deschamps.
Diseño de producción: François Chauvaud.
Vestuario: Françoise Guégan.
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